La Cenicienta, cuentos infantiles


Había una vez un hombre que después de que su esposa muriera se volvió a casar con otra mujer que era muy orgullosa.
y que tenía dos hijas ambas muy feas y envidiosas.
El hombre tenía ya una hija de su anterior esposa y esta era muy dulce, cariñosa y bonita.
Poco tiempo después el padre también murió y la niña se tuvo que quedar con su madrastra.

Esta niña se llamaba Cenicienta, la pobre se pasaba el día entero fregando, limpiando, lavando la ropa, haciendo comida y planchando hasta que llegaba la hora de dormir, por la noche si sentía muy infeliz.

La Cenicienta - Cuentos Infantiles

Uno de aquellos días llegó un emisario del Rey a la casa para traer una invitación a todas las jóvenes que quisieran asistir al baile de cumpleaños del príncipe.
Estaban invitadas todas las jóvenes que vivieran en el Reino. Cuando la Madrastra de Cenicienta vió aquella invitación se puso muy contenta porque creyó que era un gran momento.
Entonces llamó a sus hijas y les dijo:
-Hijas, estáis invitadas al baile del príncipe, tenéis que intentar hacer todo lo posible para casaros con el príncipe.
-Yo mama, yo mamá, gritó la mayor de ellas, entonces la otra hermana se adelantó diciendo:
-No, yo quiero casarme, yo quiero casarme.
Entonces la madrastra de Cenicienta dió un grito y mandó a todos a callar.
-Venga rápido, no hay tiempo que perder, tenemos que ponernos lo más guapas posible y con los trajes más bonitos. La madrastra mandó a Cenicienta a planchar, a coser los vestidos y a peinar a sus dos hermanastras.


Nadie se acordaba de Cenicienta, aunque a ella también le gustaría asistir al baile.
Cuando la madrastra y sus dos hijas estuvieron listas, se fueron al baile.
Cenicienta se quedó llorando en el suelo muy triste.
De pronto, sin que ella se diese cuenta, apareció a su lado un Hada Madrina y le dijo cariñosamente:
-Ya está bien de tanto llorar Cenicienta ¿es que no quieres ir al baile?
Cenicienta de un salto y le contesto:
-Pues claro que sí, pero dónde voy yo con estas ropas tan sucias y por cierto, ¿con quién estoy hablando, acaso me estoy volviendo loca?
El Hada Madrina le contesto:
-Nada de eso pequeña, levántate ahora mismo y ven conmigo.

Cenicienta se frotó los ojos y vió que era realidad, que estaba hablando con un hada madrina.
-Pues claro que soy real, le contestó el hada madrina, -venga vamos pequeña, no hay tiempo que perder, tienes que traerme la calabaza más grande que haya en la casa, después debes de traerme 2 ratoncillos que encuentres en la ratonera qué hay en aquel cuarto.
Cenicienta obedeció al hada madrina sin rechistar.

La Cenicienta y el Hada Madrina

Entonces el hada madrina con un gesto muy dicharachero movió su varita mágica y la calabaza se convirtió en una hermosa carroza. Después tocó a los ratoncitos en la cabeza y los convirtió en dos bellos caballos.
Posteriormente cogió la regadera, cogió unas lagartijas y las convirtió en sus sirvientes y a una rata enorme que había la convirtió en el cochero.
-Ya está todo listo niña, ya puedes subirte a tu carruaje e ir al baile, le dijo el hada madrina a Cenicienta. Pero Cenicienta aún estaba un poco triste,
-¿y qué pasa con mi vestido? le preguntó al hada madrina.
-¡Es verdad! contestó está, -¡qué despistada que soy! y diciendo esto volvió a mover su varita mágica y el viejo vestido de Cenicienta se convirtió en un hermoso vestido de seda y oro y sus zapatillas en unos zapatos preciosos de cristal.

Cuando se fue al baile con su lujosa carroza, era la chica más bonita de todo el lugar, el Príncipe muy pronto se fijó en ella y pasó toda la noche bailando y hablando con Cenicienta. Pero ésta tenía que volver a casa antes de las 12 de la noche, que era la hora que le había dicho el Hada Madrina como hora tope para regresar sin que se acabaran los hechizos.
Cuando las campanas comenzaron a sonar para dar las doce, Cenicienta recordó lo que el hada madrina le había dicho de la hora y tuvo que salir corriendo porque se iba a acabar la magia sobre todas las cosas.
Entonces Cenicienta salió corriendo tan rápido que en su huida perdió uno de los zapatos de cristal.
El príncipe se había quedado muy triste porque no sabía cuál era el nombre de la chica con la que estuvo bailando toda la noche, pero conservaba uno de sus zapatos.

Cenicienta y el Principe

Al día siguiente, el príncipe mandó a uno de sus emisarios para que fuera por todo el Reino con el zapato de cristal y descubrir a cuál de las jóvenes le quedaba bien para casarse con ella.
Cuando llegó a la casa de Cenicienta, sus dos hermanastras se empujaron por ser las primeras en probarse los zapatos, a ninguna de las dos le venía bien aquel zapato de cristal, cuando el emisario se lo probó a Cenicienta este encajó perfectamente.
Entonces el príncipe vino a por ella y terminaron casándose y estando juntos para toda la vida.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado y el príncipe y Cenicienta fueron felices y comieron perdices.

La Cenicienta se casó con el Principe

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Sobre Antonio Ruz

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