Eran muy felices en el pueblecito, y eso no le gustaba a Aretuza, la bruja que vivía en las montañas y tenía una fama de ser malvada, no por utilizar terribles hechizos sino porque todo le salía mal, así que decidió comenzar a usar la poca magia que le quedaba para destrozar Yiyiville.
Y la magia que le quedaba alcanzaba sólo para 3 hechizos. Así que lanzó el primero: "Dolor y hambre", ya que nunca tuve alguna amiga, que las vacas de Yiyiville queden a la deriva", así todas las vacas de la aldea se fueron, siendo que eran la base del sustento, pero los Yiyivilianos no se quedaron llorando por lo que les peso, ellos salieron a buscar las vacas y luego de tres días regresaron no sólo con vacas sino también con cerdos, ovejas y caballos. Aretuza sólo logró traer más alegrías y pequeños lujos a la aldea.
Muy molesta, lanzó inmediatamente su segundo hechizo: "No juro en vano, y como hoy no me lavaré los dientes, que Yiyiville por un lustro se quede sin descendientes" y logró que eso pase, ninguna de las jóvenes parejas de Yiyiville podía concebir, y decepcionados siguieron trabajando.
Y cinco años pasaron volando, y cuando llegaron los nuevos niños crecieron en un pueblo con mayores oportunidades. Yiyiville lograba salir adelante y en gran parte gracias a Aretuza.
Repleta de ira, Aretuza lanzó su último hechizo: "Sin magia no quiero vivir, prefiero morir y así Yiyiville destruir" pero hizo muy malos cálculos ya que le quedaba poca magia, que fue suficiente para destruir las montañas junto a ella. Y desde que las montañas se fueron Yiyiville pudo negociar con otros pueblos y mejorar su economía al máximo.
La bruja demostró que cuando más daño queremos causar es cuando más desdichados podemos quedar.
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